
Un padre y un hijo disfrutando de la Naturaleza. El azul cristalino del mar, el asiento imperfecto en las rocas, el sol de una mañana de noviembre, la quietud del paisaje, y sentirse cerca, cerca de ese hijo adoptado con tanto cariño, ese hijo de otro país, de color del chocolate. Paraíso terrestre y real que un fotógrafo inexperto pudo captar por casualidad. Lo importante no es la foto sino lo que fue capaz de sentir este fotógrafo en ese instante único que a veces ofrece la Vida a quien es ciego y sólo ve retazos leves de Humanidad y de Concordia en un paraíso cercano que muchos buscan en lugares muy, muy lejanos.

Paisaje inexplicable que disfrutas sin entender el infinito universo desconocido, entorno de nuestra Vida, antesala de nuestra Muerte, Felicidad de un Instante.
Precioso. Si señor.
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